LO CLARO. Todo cambia. La nueva realidad respecto de la pandemia es
permanente y la adaptabilidad de las organizaciones, del ser humano, será la
directriz que atinadamente señaló en su tiempo como teoría evolutiva el
maestro Charles Darwin. “Las especies que sobreviven son las que se adaptan
mejor al cambio” enfatizaba el naturalista inglés.
De esta premisa, la Universidad Autónoma de Tamaulipas emprende una
adecuada capacitación orientada a empresas medianas y pequeñas. En la
consigna de modificar su orientación hacia las necesidades mercadológicas de
la nueva realidad.
Donde las expectativas de compra predominan en asuntos de salud, alimentos
y seguridad, vía las redes tecnológicas y dejando de lado el comercio
presencial. La tendencia llegó para quedarse y es una perspectiva que deben
arropar cámaras empresariales y sociedad en general.
LO OSCURO. Más o menos por ahí va la cosa…
El Antiguo Testamento (Sagradas Escrituras) es la fundamentación en la que
basan muchas creencias morales de conducta, donde cristianos y judíos
afirmaban recibían las reglas de convivencia dictadas por Dios en persona.
Más tarde también el hombre desestimaría tales lineamientos de orden.
A pesar de que muchas siguen vigentes e incluso en las normas del derecho
aún las podemos encontrar (no matarás, no robarás, etc) la sociedad llegó a un
punto donde se sublevaba y competía con sus propios gobiernos.
(Ya mero llegamos al ‘punto’)
Es así que en 1885 en el Acta de Berlín, las potencias de África y Europa
firmaban el acuerdo para dar entrada por primera vez a la llamada
Autodeterminación de los Pueblos.
Que no es otra cosa, que la sociedad en pleno ejerza libremente su derecho a
decidir sus propias formas de gobernarse y perseguir su desarrollo integral.
En la modernidad cunden los ejemplos de ese hastío ciudadano que le impele
al gobernado a rebelarse contra sus gobiernos.
El impulso a la creación de un instituto ciudadano garante de los procesos
eleccionarios en 1990 IFE, fue demanda de una sociedad cansada de los
trastupijes y excesos de la democracia caduca mexicana.
La creación de un organismo persecutor de la corrupción y la observancia del
incremento patrimonial de los servidores públicos, es otro gran ejemplo de lo
expuesto. Una Casa Blanca que derramaba el vaso de agua de la paciencia
social.
Hoy estamos ante otro fenómeno que demuestra una vez más que la
manifestación de la comunidad mediante el ejercicio pleno de su determinación
a regular su entorno, puede llegar a superar a sus gobiernos.
“La combi” y el sometimiento del presunto ladrón a manos de los encolerizados
ciudadanos que habían sido atemorizados por el sujeto de marras, dieron la
vuelta al mundo. Trending topic como los modismos tecnológicos señalan.
¿Y? Pues tal método, se vuelve modelo de cambio y ejemplo de ejercicio social
de justicia… por propia mano.
El 24 de junio pasado, en la autopista México-Puebla dos asaltantes de
transporte público corrieron la suerte de la justicia social.
Un pasajero del autobús asaltado abrió fuego contra los salteadores que a su
vez repelieron la agresión. El resultado, más de los pasajeros intervinieron en
la inmolación de los bandidos.
En Ecatepec, en Chimalhuacán, en Chalco, Ixmiquilpan, Toluca son ejemplos
en el corto tiempo de citas similares a ‘la golpiza de la combi’.
Aun cuando el 17 Constitucional prohíbe explícitamente “Ninguna persona
podrá hacerse justicia por sí misma, ni ejercer violencia para reclamar su
derecho”, la autodeterminación supera desde siempre los mandatos escritos.
Las cifras alarmantes en comparativa de los hechos de justicia a propia mano
registrados en 2018 contra los mismos en 2019, apuntan un incremento en más
del 40% respecto uno del otro año. Y subiendo. 2020 está imparable.
El deber ser confrontado con la realidad, dan como consecuencia que el hastío
social gobierne en las ausencias del brazo de la ley.
El problema es que la tendencia es a volverse costumbre…
COLOFÓN: El ‘debido proceso’ de los delincuentes, donde su derecho a ser
declarado culpable o no culpable… ahora cambiaría por la ley ciudadana bajo
la sentencia “¿No que muy león?”
alejandrodeanda@hotmail.com
@deandaalejandro
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